Este post es un poquito largo pero estoy seguro que si lo lees con detención, podrá servirte de algo.
Cuando hablamos de ignorancia, la mayoría de las imágenes que vienen a nuestra mente, por no decir todas, son de connotación negativa, pensamos en un ser estúpido, pobre o bien una caricatura de persona similar a Cletus de los Simpson o Eugenio de la revista Condorito, ahora bien, mi análisis esta semana versa sobre pensar la ignorancia como un recurso y como algo valioso tomado como herramienta para el desarrollo humano.
Primero señalar que todos partimos nuestra vida como ignorantes y no es un pecado seguirlo siendo, es más, nadie se libra de ser ignorante en algún tema especifico, quizás el problema sea el persistir en la ignorancia por voluntad propia.
Segundo y quizás más importante que el primero, es destacar la visión que nos puede entregar alguien desde el desconocimiento de un determinado tema, me explico, hay ocasiones en las cuales nos acostumbramos a un paradigma, nos volvemos realmente eficientes en el accionar, y dar soluciones a los problemas bajo esa forma, pero ninguna “receta” es infalible, por eso existen problemas que no serán resueltos de esa forma en la que somos especialistas, aquí es donde aparecen ideas de los “ignorantes” las cuales son rechazadas por que simplemente “...nosotros no lo hacemos así” o “...a lo que lleves más tiempo aquí entenderás”, sin embargo estas ideas tienen el beneficio de no estar atada a limites, quien ignora los limites conocidos es capas de idear soluciones revolucionarias que se escapan de las mentes “especialistas” que tienen bien grabadas hasta donde pueden buscar las respuestas.
Cito del libro “Paradigmas” de J. Artur Barker una anécdota muy explicativa.
En los 30 el Director de la GeneralElectric al reclutar a sus nuevos ingenieros los sometía a una broma, el gerente les decía: “ve el filamento incandescente al interior de la bombilla? Bien, su trabajo consiste en lograr que toda la superficie de la bombilla ilumine de forma homogénea” los ingenieros novatos buscaban la solución al problema por semanas hasta darse por vencidos.
Esto fue una broma, inclusive un rito de iniciación hasta 1952 año en que un ingeniero recién contratado entro en la oficina del gerente, atornillo un bombillo a una base, la encendió y pregunto “¿es esto lo que estaba buscando señor?” y según dicen, mientras el director observaba por primera ves la bombilla que cumplía sus imposibles exigencias, asintió: “si, exactamente”.
No desaprovechemos un recurso poco valorado.
aprendamos en valor de escuchar.
Salió largo pero salió!!,
un abrazo, Fernando.